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Kelp: un momento capturado por Hanli Prinsloo

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ESTE LUGAR ESTÁ HECHO DE LA MAGIA MÁS ANTIGUA.

ES COMO SI LAS MONTAÑAS SE LLEVARAN TODA LA GLORIA. AQUELLOS QUE SI LE DAN UNA MIRADA AL OCÉANO ES PARA CONFIRMAR SI ESTÁ TRANQUILO O TORMENTOSO, CLARO O TURBULENTO –COMO SIEMPRE, MIRANDO LA PIEL.


En una carretera muy popular que lleva a un lugar muy famoso, aparcas en un pequeño tramo de grava junto al alquitrán y te cambias. Esto no es agua azul. Este es el país de los trajes de neopreno y los guantes. Nos ponemos los trajes, añadimos algo de peso extra para los trajes gruesos y el agua poco profunda, nos deslizamos por la pendiente hasta la orilla rocosa. Máscara, tubo de esnórquel, aletas en la mano, calculamos el oleaje y saltamos. No hay tiempo para sentarse en una roca como Lorelei y resbalar sobre tu cola, no. Aquí se trata de cronometrar las olas y el oleaje, entrar sin romper nada (aletas, cámara, a uno mismo). Este lugar no se llama el Cabo de las Tormentas sin motivo.

El agua fría acelera tu ritmo cardíaco durante unas cuantas respiraciones, más despacio, más despacio, más despacio… exhalaciones más largas, el corazón vuelve a la normalidad. Parpadeo para acostumbrar mis ojos a la luz oscura moteada debajo de mí. Una respiración profunda, un par de patadas hacia abajo y la luz se vuelve dorada mientras se filtra a través de las frondas de algas que buscan el sol en la superficie, dejo caer los troncos gruesos y encuentro mi lugar. Erizos de color rosa brillante y púrpura sonríen desde las rocas debajo de mí, como flores de primavera debajo de un bosque de robles en la tierra. Peces sargos de color bronce revolotean dentro y fuera de la vista, sus costados plateados destellan mientras intentan comprender si soy amigo o enemigo. Amigo, amigo, amigo, pienso en ellos.

Los días de agua clara aquí no son azules sino cristalinos, agua transparente que suspende la vida. Subo a la superficie para respirar, pateo lentamente hacia abajo, otra inmersión. Sé que están aquí. Este es su hogar que nos encanta visitar. Subo y bajo a través de la luz dorada buscando, hasta que sí. Moviéndome sin una preocupación en el mundo, balanceándome a un ritmo puramente acuático; el tiburón de siete agallas de tres metros pasa nadando a mi lado. Sus ojos redondos me siguen mientras nos dejamos llevar en silencio. Una vez que ves a uno, los ves a todos, silenciosamente deslizándose por el bosque. Este lugar está hecho de la magia más antigua. Esa que encuentras en la naturaleza cuando miras más allá de la piel.

Escrito por Hanli Prinsloo

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